El comercio de aceite de girasol ha experimentado una convulsión sin precedentes en el último año debido a la invasión rusa de Ucrania. Durante años, Ucrania suministró a España el 60% de su consumo de aceite de girasol. Este año, sin embargo, la situación dista mucho de ser normal.
Los precios del aceite de girasol se dispararon en 2022, con el coste de la tonelada de aceite de girasol escalando hasta los mil euros. Este aumento de precios se dejó sentir en todos los ámbitos, incluido el mercado del aceite de oliva, que ya se enfrentaba a la sequía y a una mala previsión de cosecha. Los precios por las nubes provocaron temores de escasez, y algunos supermercados incluso impusieron límites de compra.
La fragilidad de la cadena de suministro se ha puesto de manifiesto con el reciente conflicto. Juan Fernández, presidente de la Asociación Española de Girasol (AEG), habló con Efeagro sobre la situación y afirmó que «la guerra ha demostrado cómo de repente la cadena de suministro, vital para el abastecimiento regional, puede romperse. La disponibilidad física de las materias primas agrícolas es un requisito necesario para la seguridad alimentaria».
Rusia y Ucrania son los mayores productores mundiales de girasol, pero en 2022 Rusia sólo vendió a España 100 toneladas de semillas y 56 toneladas de aceite, frente a las 61.300 toneladas de semillas y 275.000 toneladas de aceite de Ucrania. Este año, se espera que Ucrania reduzca su superficie de siembra en dos millones de hectáreas debido al conflicto, lo que repercutirá en el aumento de los precios.
En respuesta a la crisis del aceite de girasol, los productores españoles han tenido que adaptar sus cosechas a la volatilidad de los precios y han retenido semillas en previsión de nuevas subidas. La Unión Europea ha introducido excepciones para garantizar el suministro, y se han autorizado tierras en barbecho para la siembra.
Ante la escasez mundial, el mercado del aceite de girasol se ha vuelto cada vez más profesional, dinámico e internacional. Los precios del aceite de girasol están ahora regulados por factores principalmente internacionales, y España ha conseguido identificar nuevos proveedores para complementar su oferta.
Aunque la situación se ha rectificado, la crisis del aceite de girasol de 2022 sirve de crudo recordatorio de la fragilidad de la cadena mundial de suministro. Es esencial mantener la seguridad alimentaria garantizando la disponibilidad física de las materias primas agrícolas, que puede verse amenazada por conflictos y otros imprevistos.